Tuesday, May 29, 2007

Un mal día

Puede que sea el mes, puede que sea la luna, puede que sean los recuerdos, puede que me duela el futuro, incluso puede que no sea nada de eso...

Simplemente es posible que esté triste y ya está.

Puede que eche de menos una voz amiga que me diga que me he salido del camino.

El resultado final siempre es el mismo. Me cuesta respirar, me cuesta mirarme al espejo y no ver más que una gran equivocación.

¿Por qué?

A veces pienso que si... desapareciera... tampoco pasaría nada.

Y me encuentro llorando por los rincones, esperando que nadie se de cuenta.
Y sonrío.
¿Por qué no hacerlo?
Cuando eres incapaz de explicar la tristeza es mucho más cómodo disimular. Es mucho más cómodo hacer la vida fácil a tu alrededor. Hablar en voz alta de lo bonito que es todo, mientras te marchitas sin motivo aparente.

Ayer un niño me llamó señora... Y me di cuenta que hace mucho que no encuentro a nadie a quien me parezca oportuno tratarlo de Usted.
Ayer la Vieja de la Rueda me dijo :
“Bonita, ¿ves este nudo? Eres tu... Tienes la Rueda parada y eso no es bueno. Has hecho que se líe la lana... ¿Cómo voy a tejer ahora?”
¡Pues lo que me faltaba! Atascar la maldita Rueda.

Pero lo dicho... Puede que solamente sea... un mal día.

Tuesday, May 22, 2007

El tren de la Mañana

Normalmente lo más inteligente es mirar hacia delante, poner un pie tras otro y pisotear el camino que se nos abre hacia el infinito. Intentar escoger los mejores desvíos y no entrar en los atajos que parecen fáciles y luego nos duelen en el alma. Normalmente mirar hacia atrás sirve de poco. Hace que nos perdamos en un mundo que ya no es el nuestro y que no nos puede dar más que añoranza y desesperación.
Eso es... Normalmente.
A veces, sólo a veces, necesitamos pararnos en medio de ese camino, hacer que nuestro pequeño presente pare y bajarnos de él.
Hoy ha sido una de esas veces.
Esta mañana, he cogido un tren hacia mi pasado. La verdad, no lo recordaba tan bonito, ni tan verde, ni tan grande... Había silencio, vida y las mismas personas de siempre, aunque no fueran las mismas que había cuando yo estaba allí.
Esta mañana el mundo ha parado y por primera vez en años yo he bajado de él. Me he dado una vuelta por un tiempo sin tiempo. He pensado que ojalá todavía estuviera allí, que esos eran probablemente los mejores años de mi vida. He recorrido los campos y las escaleras y los bancos donde nos sentábamos a discutir de cosas que, vistas desde la distancia... no tienen importancia alguna, pero que en esos momentos eran el centro de nuestro diminuto universo. He llorado pensando que el camino que salía de ese pasado, y que he pisado con fuerza, no me ha conducido a donde yo esperaba. He sonreído porque, sin embargo, si que me ha llevado a sitios a los que nunca imaginaba llegar. Después, he vuelto a subir a un tren, uno que me llevara al presente, al futuro...
He bajado en mi ciudad de Cualquier Lugar. A mi alrededor estallaba la primavera tardía, con ese calor fresco que hace que todo sepa un poquito mejor. He mirado hacia delante y he podido vislumbrar las primera baldosas amarillas revoloteando y posándose frente a mi.
Bien o mal, el camino ya está hecho, al menos hasta el día de hoy... He sonreído satisfecha y he pisado la primera baldosa amarilla.
Viajar al pasado puede ser peligroso. Corres el riesgo de perderte en un laberinto que muy pocos conocen, ni siquiera el que lo ha fabricado. En mi caso puedo decir, sin miedo a equivocarme, que no ha sido así. Añoro mi pasado, eso no puedo negarlo, pero no puedo evitar pensar que... No es en mi pasado donde están mis mejores años... Mis mejores años todavía están por llegar.