Tuesday, March 27, 2007

Raptor

Hay un bar cerca de mi casa donde acostumbro a ir para perderme entre mis pensamientos. Una café, un bolígrafo y un trozo de papel en blanco es todo lo que necesito. No acostumbra a molestarme nadie mientras estoy en allí. Tengo el silencio del ruido continuo de los clientes habituales, la intimidad del que paga por algo y el anonimato de la ciudad dentro de mi taza. Sin embargo, el otro día, mientras estaba en mi oasis de fértil soledad, recibí una visita.
Estaba escribiendo la segunda línea en mi trozo de papel cuando noté que alguien apartaba la silla que había a mi lado.
-Buenas tardes, Lisi.
Levanté la vista. Sentado a mi lado había un joven alto, moreno y de ojos verdes y profundos. Era realmente hermoso, tanto que asustaba.
-Buenas tardes.
Lo conocía desde que era muy pequeña. Había crecido conmigo, me había acompañado en todos los pasos de mi vida. A veces un poco por delante , la mayor parte del tiempo, un poco por detrás, acechando.
-Hacía tiempo que quería hablar contigo- Dijo el chico y me regaló una hermosa sonrisa, blanca e increíble.
-¿Sí?- Pregunté sin ganas de saber la contestación.
-Sí.
-No sabes cuanto lo siento- Dije- Porque.. No tengo demasiado tiempo para ti... Yo, verás...- Empecé a recoger mis cosas- Ahora estoy ocupada y te agradecería...
-¿Estás intentando huir de mi?
Callé, esquivé su mirada y acabé de recoger mis cosas. Dejé encima de la mesa unas monedas y salí corriendo a la calle.
No podía tener esa conversación. Era un mal momento y eso lo convertía en el momento ideal para mi amigo. El funcionaba así.
-No corras tanto...
Su voz me llegó alta y clara.
-¡Déjame tranquila!
-No.
Noté como sus brazos me atrapaban y como de golpe mis pies ya no tocaban el suelo. Había ido demasiado lenta...
Desperté en una sala vacía, oscura, húmeda, encadenada a una pared de recuerdos. Él estaba delante de mí, admirando su logro. Me tenía paralizada y en el lugar que deseaba. Se le veía feliz.
-Supongo que ahora no tengo más remedio que escucharte.- Dije con los ojos llenos de lágrimas.
-Lisi, me sorprende que hagas esa pregunta...- Soltó una risita divertida- Nunca has dejado de escucharme.
Se acercó y me acarició la cara, el cuello, el cuerpo... Estaba tan cerca que podía olerlo, sentir el palpitar acelerado de su corazón.
-¿Por qué siempre has mirado hacia otro lado?- Susurró pegando sus labios a mi oreja- ¿Por qué has hecho creer a la gente que yo no existía para ti?
No respondí. No podía. Trataba de ignorarlo, evadirme, huir a toda prisa de aquella presencia pero era imposible. Aquel era su momento y su lugar. Después de años de darle esquinazo, de intentar no verle, de saltar por encima de él tan rápido como podía, de afrontarlo lo menos posible, había conseguido arrastrarme al abismo de su existencia. No tenía escapatoria. Me atraía y me dolía en exceso. Era un sentimiento extraño. Nunca antes lo había sentido de aquella manera.
-Eres mía, Lisi. No vas a volver a ser tu. A partir de ahora sólo serás como yo te dibuje. Vas a agachar la cabeza y a pasar por los aros que yo te haga pasar. Vas a ser gris y sumisa y NUNCA MÁS VAS A VOLVER A IGNORARME.
Su voz llenó la sala, hizo temblar las cadenas y llegó monstruosa y temible a mis oídos.
A penas podía sostenerme de pie. La fuerza me había abandonado completamente. En esos momentos sólo deseaba acurrucarme contra la piedra fría, sentir las cadenas clavándose en mis muñecas y obedecer a mi raptor. Él era toda mi vida.
-¿Lisi?
Sí, sí, lo que tu quieras. Lo que ordenes... No existo más allá de ti.
No podía contener mis lágrimas, todo a mi alrededor se desdibujaba. Me sentía pequeña... Cobarde...
-Lisi- Volvió a insistir su voz profunda.-No soy tan malo como parezco... –Me abrazó con ternura.- Si no te resistes y me haces caso... Puedo hacerte la vida muy fácil. Puedo darte seguridad, puedo darte tranquilidad, puedo darte todo lo que las personas normales desean... Eso no puede ser tan horrible.
Me besó suavemente en la frente. Levantó mi barbilla con dulzura... Quería que me rindiera completamente a él. Deseaba mi cuerpo y mi alma y estaba seguro de poder tenerlos. Sin embargo, el Miedo también tiene sus puntos débiles y el mayor de ellos es estar enamorado de la Locura, una buena amiga mía.
Clavé mis ojos en los suyos, verdes, punzantes, imposibles de traspasar pero ahora atravesados. -Sabes una cosa...- Dije con una voz templada y amable.- A pesar de todo... Me gustas... Pero nunca podrás ser suficiente para mi. PORQUE YO NO SOY UNA PERSONA NORMAL.
Tiré con fuerza de las cadenas y las hice añicos.
-Lisi...- Susurró él mientras en su rostro se dibujaba su misma esencia.
-Hasta pronto, Miedo. Nos vemos en el próximo reto.
Sonreí, di media vuelta y volví a la luz de mi locura. Regresé a la batalla de mi día a día, a mi presente que no es cómodo, ni seguro, ni muchas veces agradable... Pero es como yo he escogido que sea.

Friday, March 02, 2007

CADENA LITERARIA

Bueno, vamos a jugar. Mi amigo Jaku, al que todos en Cualquier Lugar conocen como Demiurgo, me ha invitado a participar en un juego. Muy divertido a mi entender. Este es una cadena literaria y las directrices son las siguientes:

Agárrese el libro que tenga más cerquita, déle hasta la página 123, váyase ahora a la quinta oración. Copiése las siguientes tres oraciones y publíquelas en su blog. Nombre libro y autor, y póngasela de tarea a otros tres cristianos.

Por desgracia el libro que tengo justo encima de mi mesa, el que me estoy leyendo, sólo tiene una frase en la página 123, así que, con vuestro permiso, cogeré las oraciones de la página 125 que es la siguiente. Invito a todos los que pasen por Cualquier Lugar a hacer lo mismo... (Gigi, Cruz, y David también va por vosotros).


Alicia nunca había estado antes en un juicio, pero había leído algo en los libros y estaba encantada al ver que sabía el nombre de casi todo lo que había allí. "Ese es el juez", se dijo, "por la enorme peluca que lleva".
El Juez, todo hay que decirlo, era el Rey y, como llevaba la corona puesta sobre la peluca, no parecía muy cómodo y, desde luego, no estaba en absoluto favorecido.


Alicia en el País de las Maravillas
Lewis Carroll