Tuesday, October 09, 2007

ENCRUCIJADA

A veces nos perdemos... Cuando menos lo esperamos, cuando creemos que hemos encontrado lo que estábamos buscando. Ya lo tenemos en la mano, tendríamos que estar eufóricos, saciados de respuestas, listos para disfrutar la felicidad. Y ella, tan escurridiza como siempre, se nos vuelve a escapar. ¿Por qué? Sólo los Dioses y los Antiguos lo saben.

-¿Y bien?- Me preguntó el joven de ojos verdes... Otra vez él, como siempre. - ¿A qué esperas ahí parada?
Lo miré y suspiré.
-¿Por qué no te vas un poquito a la mierda, guapo?
Se rió de mi y de mis esfuerzos por tratar de encontrar la dirección correcta. Estaba plantada delante de una encrucijada. Dos opciones... Un millón de dudas...
Hacía tiempo que pensaba que mi camino iba a ser recto y hacia arriba, pero ahora... Ahora estaba delante de un cruce, otra vez.
-Venga no te resistas Lisi, contigo siempre es igual.
¡Oh, por el amor de los Dioses! como odiaba a ese chico con cara de no haber roto un plato.
-En cada cruce te paras, siempre tienes que pensar qué haces y qué no haces. Eres tan insegura que es fácil seguirte.
-Vamos- le dije sin a penas mirarlo.- ¿No hemos discutido esto cien veces? Siempre estás con la misma canción. Soy para ti, no puedo escapar, bla, bla, bla,... ¿No te cansas de oírte? Porque a mi... ME ABURRES.
Miedo se acercó y me dio un beso en la frente.
-Lo que más me gusta de ti es que siempre te resistes. No importa lo desesperada que estés.
-¿Se puede hacer otra cosa contigo?
Él soltó una sonora carcajada.
-¡Por supuesto que sí! Puedes huir, cerrar los ojos, ignorarme... Puedes hacer mil cosas antes de darte la vuelta, mirarme de frente y decirme que “me vaya un poquito a la mierda”. Pero ninguna de ellas hace que avances. Es lo que hace la mayoría de la gente. Tu en cambio... Eres... Jodidamente testaruda y estás un poco loca. Eso hace que siempre ganes la partida... Aunque sea temporalmente.
Le miré a los ojos, verdes, increíbles, y sentí vértigo. Si me quedaba allí me perdería para siempre, lo seguiría allá donde me llevara sin cuestionármelo. No, no podía hacerlo.
Volví a mirar al frente y di un paso, luego otro y otro. Miedo intentó agarrarme de la mano pero conseguí quitármelo de encima.
-¡Vamos!-Gritó a mis espaldas- ¡Yo te gusto! ¡Lo sé!
Tomé el camino de la derecha... Nunca lo hubiera dicho, pero ese fue el que elegí. Al principio me temblaban las piernas pero, conforme me iba adentrando, la seguridad se iba apoderando de mi. Vi que a mi lado caminaba mi amiga Locura. Me sonrió.
-Tu le gustas, ¿lo sabes?
Asentí.
-Él también me gusta a mi.- dije- Al final siempre hace que vaya para adelante. Me hace sentir viva.
No creía que de mis labios pudieran salir esas palabras, ni que fueran ciertas, pero así era.
Locura rió y se alejó dando saltitos. Yo seguí mi camino. El sol empezaba a derramar sus primeros rayos y esperé que fuera un día espléndido. Al fondo pude ver la silueta de un hombre que llevaba una larga gabardina. Me saludó con la mano y desapareció. Sonreí para mis adentros... Claro... Cómo podía haberme olvidado de Él. ¡Que tontería! Elijiese el camino que elijiese, Destino ya lo habría escogido antes.