Wednesday, January 31, 2007

La Sra. Hope

El otro día recibí una llamada. Pensaba que era simplemente de alguien que me quería vender algo, últimamente todos sabemos que el negocio del telemarketing está en alza.
-¿La Señorita Lisi Prats?- Oí que cantaba una voz coqueta al otro lado del teléfono.
-Soy yo.
-La llamo para comunicarle que la Sra. Hope solicita que acuda a su despacho.
-¿Perdón?
Jamás había oído hablar de esa señora. No entendía a que venía aquello.
-¿Esta tarde a las seis le iría bien?-Insistió la voz.
-Perdone- respondía algo aturullada.- Creo que se equivocan de persona. No conozco a nadie con ese nombre.
Una risita se coló a través del hilo telefónico.
-Precisamente por eso Señorita Prats.
Decidí que discutir con esa voz sin forma no tenía sentido, así que acepté la cita.
A las seis de la tarde me planté en la Calle Verde Número seis. Llamé al timbre y, al cabo de unos pocos segundos, un moyordomo vestido con una librea completamente verde me abrió la puerta.
-¿La Señorita Lisi Prats?- Preguntó.
Asentí algo intimidada. Me hizo pasar y me condujo, a través de un laberitnto de pasillos, hasta un salón lleno de espejos. El suelo estaba cubierto por unas costosas alfombras y a los lados de los grandes ventanales, que daban a unos jardines inmensos, colgaban preciosas cortinas de terciopelo granate. Creí haber retrocedido otra vez en el tiempo. A los grandes palacios de la época del Rey Sol.
-Espere aquí por favor. La Sra. Hope vendrá enseguida... Tiene a otro... Invitado.
El mayordomo salió del salón y yo me quedé allí plantada. Esperando...
Al cabo de un rato , a través de los ventanales, vi a una hermosa mujer, alta y rubia. Llevaba un traje chaqueta de color verde pistacho y caminaba decidida. Subió las escaleras que daban a las ventanas del salón, abrió una puerta lateral y yo vi como uno de los espejos del salón se movía. Un pasadizo secreto, pensé llena de emoción. La sorpresa fue mayor todavía cuando la misma mujer apareció en la sala ataviada con un hermoso vestido de época de terciopelo verde.
-¿Lisi?- Me preguntó regalándome una brillante sonrisa.
Ni si quiera podía abrir la boca. Me la quedé mirando sin comprender muy bien qué era lo que debía hacer o decir.
La mujer se acercó a mi, decidida, y me alargó la mano. Tímidamente se la estreché.
-Vamos a dar un paseo, Lisi.
Asentí hipnotizada.
La mujer se dirigió otra vez hacia el espejo.
-Cuidado con la cola, al principio cuesta acostumbrarse.-Me dijo justo antes de desaparecer por el hueco que había dejado el espejo.
No comprendí de qué estaba hablando hasta empecé a caminar y noté que mis pasos no eran tan ligeros como de costumbre. Bajé la mirada y me encontré con una hermosa falda de seda de color rosa. Alcé la vista y miré a mi alrededor. Mis ojos me devolvieron la mirada desde todos los espejos de la sala, solo que... Esa ya no parecía yo, o no la misma yo que había entrado a las seis de la tarde. Llevaba puesto un vestido de época de seda rosa, con el cuerpo ajustado y lleno de bordados en plata. De mi cuello colgaba un precioso collar de brillantes y en mi pelo, teñido de rojo, lucía unos tirabuzones coquetos que emarcaban mi rostro. En lo alto de mi cabeza, una coronita de estrellas brillaba juguetona.
Seguí a la mujer a través del espejo, como un día hizo Alicia.
Durante un rato paseamos por los jardines. Jamás hubiera sospechado que la calle Verde pudiera albergar semejante joya natural, aunque a esas alturas ya nada me parecía extraño. Llegamos hasta una glorieta y tomamos asiento.
-Bien-Dijo por fin la Sra. Hope- ¿Sabes por qué te he hecho llamar?
Negué con la cabeza.
-Últimamente... Me has apartado de tu vida, Lisi.
-¿Yo? Perdón pero me parece que se equivoca de persona. Ya le dije a la señorita que me llamó que...
-No me equivoco, Lisi. ¿Cuánto hace que no esperas nada de la vida?
Callé.
-Has perdido la esperanza.
Seguí callando.
-¿Cómo vas a vivir sin ella?
Pensé en permanecer muda el resto de mi vida.
-Lisi...
Desistí. Al diablo con todo. Había sido bonito mientras había durado pero mi paseo terminaba allí.
-La Esperanza no sirve para nada. Sólo trae disgustos. Es de estúpidos sentarse a esperar que pasen cosas buenas porque sí...
-Porque sí no, Lisi.
-¿Por qué me lo merezco? ¡Anda ya! ¿Entonces si me pasan desgracias es también porque lo merezco?
-¡Lisi!-Exclamó la Sra. Hope- ¿Quién está hablando de merecer nada? La Esperanza no tiene que ver con eso. Tiene que ver con los sueños y...
Me levanté del banco, indignada. Ya habíamos llegado al centro del asunto: Morfeo. Otra vez, como siempre.
-Dile a tu amigo...
-Hermano- Me corrigió ella.
-Pues Hermano. Que me deje en paz. Lo he intentado, de verdad. Pero no puedo. No puedo vivir de mis sueños. No puedo.
-¿No puedes? ¿O no quieres intentarlo?
-¡Podéis iros todos a la mierda! ¡Tu, tu hermano y vuestros intentos!
Salí corriendo de la glorieta, atravesé los jardines y no paré hasta que estuve de nuevo en la Calle Verde. Todo mi cuerpo temblaba. No sabía si de rábia, de pena, o simplemente de cansancio. Volvía a vestir mis tejanos gastados, mi jersei de lana cochambroso y el anorak rojo que tanto me costó conseguir en las rebajas.
Suspiré.
Aquello había sido el final. No más sueños, no más esperanzas vanas, no más... VIDA.
Una corriente fría me recorrió el cuerpo y me heló el corazón. ¿Qué había hecho? Sin sueños, sin esperanzas, sin proyectos... ¿Qué me quedaba? La gris y marchita realidad... ¿Otra vez?
Empecé a llorar.
La puerta de la casa se abrió lentamente detrás de mi. La Sra. Hope me miraba con una sonrisa en los labios. Me tendió la mano.
Miré su sonrisa, su hermoso traje de terciopelo verde, su blanca mano esperándome...
-¿Cuántas oportunidades podré desperdiciar?- Pregunté con miedo.
-Las que hagan falta.Le estreché la mano y las dos volvimos a entrar en la casa.