Monday, November 27, 2006

La Ilusión de Tebaldo

No es porque sí. Es por que quiero. Y porque sé que querer tiene razones, que la razón no entiende, como bien dijo alguien a quien nunca me acuerdo de recordar. Y si yo puediera, te diría que las cosas son muy claras, que frente a ti sólo hay un camino que no es difícil de encontrar. Pero resulta que yo no tengo la Verdad Absoluta que tantos predican... NO sé, pero quiero y con eso tiene que ser suficiente. Es suficiente para Eneas y debería ser suficiente para tu bonita Ofelia, querido Príncipe... Hermoso Tebaldo.
¿Me sigues? Sé que te lo estoy poniendo difícil pero aguarda... Todo tiene una explicación. La mía es que, simplemente, las explicaciones sobran. ¿Qué más da? ¿Hoy llueve? ¿Ha nacido ya otra Primavera? Cada persona te contará un mundo que no existe para nadie y mucho menos para ti. Porque los ojos no ven sinó lo que quieren ver... Triste descubrimiento para un Mago como tu, ¿verdad? Sin embargo... Si tan claro tienes este concepto, ¿Por qué sigues vagando en el vacío? ¡Vamos! Arriesgate a descubrir las cartas... Puede que estén marcadas pero si nadie más lo sabe... ¿Qué importa? La Percepción es una señora caprichosa que, cuanto más engañada, más feliz se siente.
Ay, Tebaldo, Tebaldo, ilusionista e iluso...
Eres grande porque te sientes pequeño... Y te atreves a reconocerlo aunque a regañadientes. No tengas miedo de perder el control, lo perdiste hace ya tiempo, hazme caso. Sólo disfruta. La Vida, a pesar de ella misma, es TAN BONITA...

Thursday, November 16, 2006

... Y una del Oeste.

-¡Joder Lisi ,cúbrete o acabaremos como un puto colador!
Eneas y Lisi estaban parapetados tras unos barriles. A su derecha tenían la puerta del Establo, de donde hacía rato habían salido despavoridos los caballos.
Al otro lado de la calle, en frente del Saloon, unos hombres que parecían salidos de "El bueno, el feo y el malo" estaban acribillándolos a tiros.
-¿Se puede saber qué os ha ofendido tanto?- Gritó Lisi por encima de los barriles.
-Anda sal, muñequita, y te diremos lo que tu quieras.
Los pistoleros estallaron en carcajadas y volvieron a soltar una orgía de disparos.
-Lisi, ni se te ocurra- La advirtió Eneas.
-Me cago en el puto Demiurgo de los cojones. - Se quejó Lisi- De todas las épocas de la historia nos tenía que mandar a esta ¿verdad? Y sin una triste arma con la que defendernos.
Eneas miró a su compañera y sonrió.
-No creerías que Demiurgo nos iba a mandar a una muerte segura...
-Eneas... ¡Qué estás diciendo! Estamos en medio del puto y jodido desierto de Tejas, cuando ni siquiera ES Tejas. Nos están disparando, en medio de la calle, unos... unos...
-Forajidos, Lisi... Y maldita sea, por mi honor que esta vez no se me escapan.
Lisi miró a su compañero, desconcertada. ¿Qué estaba diciendo?
Eneas, se levantó decidido y caminó con una templanza inconcebible hacía tan sólo unos instantes. Salió de detrás de los barriles y entonces...

Fue cuando yo lo entendí todo.
Eneas, vestido como un Marshal del Salvaje Oeste, desenfundó su Colt y disparó. Dos tiros, dos muertos. El resto de los forajidos guardaron sus pistolas y echaron a correr.
-¡Volved aquí!- Gritó Eneas. Ellos, sin embargo, siguieron corriendo.
Enas suspiró.
-¡Dem! ¡Bald! ¡Venid aquí!
Del Saloon salieron dos hombres. Cuando los vi a penas lo pude creer. Uno era Demiurgo, en persona, y el otro, nuestro chiflado amigo Tebaldo.
-Sheriff- Saludó Demiurgo con calma.
-Quiero a esos forajidos... Y quiero que los traigais con vida.
-¿Para ahorcarlos?-Preguntó Tebaldo, nervioso.-Perdone Sheriff, pero nos ahorraríamos...

-Cállate Bald. Los quiero con vida. ¿Está claro?
-Por supuesto- Dijo Demiurgo con una sonrisa. Comprobó con calma sus pistolas y, dando media vuelta, se dirigió hacia su caballo.
De repente noté como una mano me cogía el brazo.
-Lisi, vámonos de aquí.
Me giré y vi a Desdémona. Llevaba unos pantalones de cuero gastados, unas botas rojas, y una camisa de color naranja.
-¿Qué... Qué haces tu aquí?-Pregunté, completamente descolocada.
-Salvarte el culo.
Desdémona salió de detrás de los barriles y, agachada, se dirigió a un callejón que teníamos a la espalda. La seguí. Cuando llegué donde estaba ella se puso un dedo en los labios indicándome que me callara. Dimos la vuelta al establo. En la parte trasera nos estaban esperando dos caballos ensillados y cargados de provisiones. Montamos y salimos a galope del pueblo. Al cabo de una hora, quizá más, Desdémona aminoró la marcha y se puso a mi lado.
-¿Qué significa todo esto?- Pregunté.
Desdémona sonrió.
-Ya sabes como es Demiurgo-Dijo- Le apetecía algo diferente y... Siente debilidad por el Spaguetti Western.
-Pero... Cuando nos envió a ... Cumplir la misión... No nos dijo que nos convertiríamos en... ¿En qué nos hemos convertido?
-Bueno- dijo Desdémona sonriendo.-Eneas es el Marshal de Everdead. Demiurgo y Tebaldo, como has visto, sus ayudantes.Y nosotras... somos forajidas.
-¿Qué? Pero... ¿No teníamos que venir para ayudar a alguien?
Desdémona soltó una sonora carcajada.
-Claro que sí, Lisi. Habeis venido a ayudaros... A vosotros mismos.-Me guiñó un ojo y, espoleando su caballo, salió al galope.
Hacía frío, me pesaban las cartucheras y... Maldita sea, no sabía porqué pero necesitaba un trago de Wisky.