Thursday, March 05, 2009

Tris


-Hola Lisi- me dijo ella mirándome de frente, con esos ojos azules casi transparentes, como dos lágrimas.
Yo le sonreí con tristeza... Que otra opción me quedaba.
-¿Qué te pasa?
Tris apartó la silla que había a mi lado y se sentó. Levantó la mano hacia el camarero y éste con un mohí apesadumbrado en la cara se acercó a nuestra mesa.
Poco segundos antes el bar estaba lleno de charlas insustanciales, de risas alocadas, de... una moderada alegría... Ahora todo el mundo hablaba en susurros, contaba sus penas, se compadecía sin remedio. Nadie parecía saber porqué... excepto yo. Ella estaba allí y con eso había más que suficiente.
-Un café- pidió con una vaga sonrisa en su rostro de porcelana.
-¿Solo?- preguntó el pobre camarero.
-Negro- respondió ella.
El jóven asintió despació y se alejó abatido.
-¿Cómo lo soportas?- pregunté.
Tris se encogió de hombros.
-Es mi naturaleza. A penas lo noto.
-Pero te preocupas.
Ella dejó escapar una risita. Sonó como si mil plañideras suspiraran al unísono.
-En realidad... no.
-Entonces ¿por qué me preguntas qué me pasa?
Tris torció el cuello y me miró con curiosidad.
-Normalmente, cuando la gente me llama a su lado, sé cual es el motivo. La muerte de un familiar, un mal día, una pelea... Pero últimamente he estado escuchando tu llamada y... sinceramente, no entiendo muy bien por qué.
Ahora fue mi turno de encogerme de hombros.
-Pues estamos igual. Yo tampoco lo sé y eso me está volviendo loca... No sé, es como una sensación.
-Lisi...- Tris suspiró.
El camarero le trajo el café con lágrimas en los ojos. Lo dejó en la mesa y salió corriendo en busca de un pañuelo para sonarse. Tris lo vió alejarse.
-No tengo mucho tiempo, Lisi... No es bueno que deambule por Cualquierlugar sin un propósito firme.
-Y ¿cuál suele ser tu propósito?-pregunté.
-Sofocar el dolor... Cuando alguien sufre por algo yo lo acompaño, le tomo de la mano, hago que el tiempo se ralentice y lo guio hasta que puede encontrar el camino de vuelta a su vida. Ayudo a derramar las lágrimas que deben ser derramadas, para que se pueda volver a encontrar la sonrisa. Ese es mi trabajo.
-Entonces ayúdame a encontrar esa sonrisa.- Le pedí mirando en el fondo de sus ojos azules.
Ella negó con la cabeza.
-No puedo. Es imposible ayudar a quién no conoce su dolor. Hasta que no sepas qué es lo que realmente te aflije... Es inútil que responda a tu llamada.
-Pero...
-Lisi- me cortó- yo no hago milagros. Piensa, escúchate, obsérvate... Y hazlo pronto. Locura me ha dicho que está tentada de visitarte...
Yo abrí mucho los ojos, asustada.
Ella hizo un gesto con la mano sacándole importancia.
-No te preocupes, ya sabes lo loca que está... Además, nunca te haría daño... Por alguna extraña razón le caes bien...
Tris se bebió de un sorbo el café y se levantó de la mesa.
-En fin... Ya me dirás algo.
Se dirigió hacia la puerta y desapareció.
En el acto el bar volvió a llenarse de charlas agradables, de amigos que contaban divertidas batallitas, de parejas que se juraban amor eterno.
El camarero tropezó detrás de la barra y rompió la bandeja de tazas que llevaba en la mano y unos clientes empezaron a reír. El chico miró el estropicio y se unió a sus risas. Poco a poco fuí notando como una sonrisa afloraba en mis labios...
Es estraño, pero todo parece un poco más alegre cuando la Tristeza desaparece por la puerta.

Thursday, October 30, 2008

POESIA I ETERNITAT

Fa molt que no escric, ja ho sé... Fins i tot m'he permès canviar d'idioma, m'ho haureu de perdonar.
Fa molt que res em conmou... Res que hagi llegit. Pensava que estava seca, que el meu cor s'havia tornat de pedra per poder soportar el dolor. I de cop... Va sorgir ell, EL POEMA. I no em fa vergonya dir que vaig plorar. Perquè quan alguna cosa t'arriba a l'ànima... El millor és sentir-la, acaronar-la i alliberar-la de la millor manera que el cos t'ho demani.

Aquí us deixo el poema que va trencar la meva cuirassa... Potser no us sembla el millor del món, però s'ha d'entendre que vosaltres no sou jo i que per cada persona hi ha un poema.

És un poema per totes les mares que han estat filles i per totes les filles que, encara que no s'ho creguin, també seran mares.

MARE I FILLA

Ella t'està mirant i et sent segura
darrera el teu somrís. Veu com agafes
amb lentitud la tassa de cafè,
la calma al teu balder pijama blanc
en fullejar el diari del matí.
La seva pau és un reflex de tu
que li has permès tenir els primers records
en el cantó tranquil d'aquesta casa.
Et mira amb avidesa adolescent
però no sap que si se sent segura
és perquè no li parles de l'armari
que no goses endreçar
ni del disc que et fa por tornar a sentir
ni de les cartes que no pots cremar.
Potser en tornar una nit s'adonarà
on comença la calma del matí
quin fons té de renúncia a vegades
i de derrota sempre, aquesta pau.


Joan Margarit

Wednesday, June 18, 2008

LA DAMA BLANCA

En memoria de David Munera
-¡No lo entiendo! Me lo podrás explicar de mil formas distintas pero seguiré sin entenderlo.
De pie en el recibidor del Templo de las Mil Puertas, la Dama blanca me miraba mientras las lágrimas resbalaban una tras otra por mi rostro.
-Había llegado su hora, Lisi.
Resoplé llena de ira.
-Esa parece ser tu frase favorita.-dije.
-No hay más que decir.
Sacudí la cabeza. No podía comprender todo aquello. Él estaba bien hacía dos días. Había acabado un curso, jugaba con su hijo de tres años, amaba a su mujer… Era una buena persona, ¡Por todos los dioses!
-Sólo tenía 29 años.- Mi voz era un sordo murmullo empujado por la rabia que contenía al resto de las emociones.
-La edad no tiene nada que ver con esto.- dijo la Dama blanca.
-¡Pero es injusto!- Grité. Ya no podía soportar más esa frialdad, esa distancia que separaba a la Dama Blanca del resto de los mortales. Sabía que su trabajo, su naturaleza, la hacía ser así, pero en esos momentos era insoportable.
-No te equivoques, Lisi- dijo ella dándome la espalda.-Yo siempre soy justa, trato a cada cual como se merece… La que es injusta es Vida, esa hermana mía tan zalamera y que tanto os gusta retener. Los mortales estáis tan equivocados…
-¡Cállate!-grité. Y sin pensarlo me abalancé sobre ella. Quería pegarle, quería que sintiera el dolor… no… no era sólo dolor… era impotencia. Algo para lo que los humanos nunca estamos preparados. Con la Dama Blanca no se puede hacer nada. Cuando viene a buscarte sólo puedes … seguirla. Y los que se quedan detrás viendo como el ser amado se escapa de entre sus manos con un último suspiro sienten, en lo más profundo de su alma, esa miserable impotencia que hace que quieran romper cualquier cosa que tengan cerca. Quieren pelearse con el mundo, pegar y que les peguen, porque eso es controlable, porque pueden. Porque no han podido luchar por quien tenia su última línea ya escrita en el libro de la Vida. Un libro que era demasiado corto.
La Dama Blanca se giró y con un simple gesto me detuvo. Me quedé paralizada a pocos centímetros de su luminoso cuerpo.
-No la tomes conmigo, Lisi.- Dijo. En su voz se reflejaba la calma de la eternidad. Deshizo el lazo que me mantenía inmóvil y caí al suelo de rodillas. No tuve fuerzas para volverme a levantar.
-Él estará bien- me dijo casi con dulzura- Sé que eso no consuela a los que se quedan, pero te prometo que estará bien.
Levanté los ojos y la miré, directamente a la cara. Su rostro blanco y perfecto no reflejaba sentimientos, no podía.
-Quiero que vuelva…-mis palabras por fin estaban manchadas por la pena. La rabia había pasado… Sólo quedaba el vacío. – Su familia necesita que vuelva- Era una súplica.
La Dama Blanca negó con la cabeza.
-Lo siento, yo no hago las reglas.
Se acercó a mi y arrodillándose a mi lado me secó con delicadeza las lágrimas. Sus manos era frías pero suaves, inmensamente tranquilizadoras.
-Yo no hago las reglas…-repitió en un susurro- pero conozco la manera de burlarlas…
Abrí los ojos, llena de esperanza. Si podía devolvérselo, si podía sacarlo del Templo de las Mil Puertas entonces…
-No,- dijo la Dama Blanca leyendo mis pensamientos- no de esa forma.
-¿Entonces?
-Sólo hay una manera de hacer inmortal a un humano. No lo devuelve a la vida. No es de carne y hueso, ni puede abrazar, ni besar, ni querer…como lo hace el resto… Pero no se pierde en el olvido y vuelve siendo mejor de lo que nunca hubiera sido. Puede ser un héroe si lo desea…
La miré llena de confusión. ¿Dónde quería ir a parar?
-Escribe sobre él Lisi. Cuéntale a su hijo quien era su padre, retrata para su mujer al hombre que amaba, dile a su padre… que David jamás morirá. El embrujo de tus palabras puede devolverlo a la vida hoy y para siempre. Sé que es una triste opción y que cambiarías todas las palabras del mundo por que él regresara… Pero no puede ser. Es esto o la Nada.
Me levanté poco a poco… Escribir… ¿Eso era todo? ¿No había nada más?
La Dama Blanca se incorporó y se dirigió hacia la puerta que llevaba al interior del Templo. Antes de traspasarla se giró y me miró.
-¿Y bien?
Me encogí de hombros.
-Escribiré- Dije- Aunque no sé como. Mis palabras nunca llegan muy lejos.
-Bien…-Susurró la Dama Blanca. Esbozó una sonrisa y desapareció.
Di media vuelta y de pronto me encontré en mi habitación, sentada frente al portátil, escribiendo las palabras que debían salvar al chico de 29 años que la Dama Blanca se había llevado.

Palabras que deben volar lejos y llegar donde nunca antes han llegado. Por Él , por ti, por mi, por todos los que deseamos que nuestros seres queridos nunca sean olvidados.

Tuesday, June 03, 2008

OUTSIDER


Provenza, 548
08025 Barcelona

Lo acostumbrado sería decir que…
Apareció entre la niebla, bajo la luna llena del mes de mayo. Una luz ambarina asomó a través de los cristales sucios de un viejo local destartalado. Una corriente magnética me impulsó hacia esa entrada, hacia ese sombrío lugar…
Sin embargo mi mundo nunca ha sido así. Los colores, la luz del sol, la vida rebosante siempre me han acompañado. No me gusta la lluvia, nostálgica y trágica, que anuncia misterios de muerte y sufrimiento. No. Su aparición fue como tantas otras, sencilla, alegre y mágica.
Fue el día de mi cumpleaños, lo recuerdo muy bien. Yo bajaba ensimismada por la calle, pensando en mis cosas, planeando mi próximo viaje a Cualquier Lugar, cuando ella se apareció ante mi. Enorme, luminosa, perfecta. Una catedral de los sueños impresos. Me acerqué y leí los títulos expuestos en el escaparate. Piratas, magos, amantes extraviados… Los pequeños universos de letras me miraban sonrientes.
-Vamos, Lisi, ¿a qué estás esperando? Entra.-Me susurraban los libros.
Miré hacia el interior, parecía que no había nadie… Levanté la vista y leí el rótulo de la tienda.
OUTSIDER.
Y en una ilustración a su lado un personaje greñudo decía "Tendré un relato”.
“Tendré un relato”… Esa frase me llegó al alma. Yo siempre había querido tener un relato, una canción, algo que hiciera que mi triste existencia perdurara más allá de la carne, de esta realidad engañosa llena de condiciones e imposibles.
Acerqué mi mano al pomo de la puerta y, estúpida de mi, volví a dudar.
¿Y si sólo era una tienda? ¿Y sí allí los libros sólo eran objetos de papel y tinta que debían ser vendidos a toda costa?
Volví a mirar el escaparate. Elizabeth Bennet me miraba burlona desde su marco de cartón. “¿Qué pasa?” Decían sus ojos marrones “¿Tan ciega te has vuelto?”
Está bien, me dije, si Lizzi está ahí merece la pena entrar.
Tiré con fuerza del pomo de la puerta y entré. Estantes y estantes llenos de libros me sonrieron al unísono. La puerta desapareció tras de mi , la calle cobró esos colores que me eran tan familiares, tan propios de los pinceles de Demiurgo, y de detrás del mostrador apareció él. Delgado, de pelo rizado y ojos inquietos escondidos tras sus gafas.
-Hola- dijo acercándose- ¿buscabas algo?
“Iluminación” pensé.
-Sí, un libro.
“Realmente brillante, Lisi”,me dije para mis adentros. “Buscar un libro en una librería es de lo más original.”
-¿Qué tipo de libro?- Me respondió con una sonrisa.
-Bueno… Uno que me enamore. No sé si me entiendes.
Torció la cabeza estudiando mi cara, mi mueca indecisa, y sin mediar palabra se acercó a un estante y sacó un libro.
-Ten. Creo este lo escribieron pensando en ti.
Lo cogí. Tapas duras, ilustraciones de hadas… Lo abrí y las palabras flotaron delante de mis ojos dándome la bienvenida.
Sí, era perfecto. Todo era perfecto.
Pagué y despidiéndome salí a la calle.
El aire olía a primavera y yo me sentía feliz.
-¿Qué te parece, Lisi?
La voz de Demiurgo me alcanzó como un rayo. Me giré y ahí estaba él, apoyado en la pared de la librería, con una sonrisa pícara prendida en su boca.
-¿A qué te refieres?
-Bueno…-Dijo- ya era hora de que Cualquier Lugar tuviera una buena librería… Ptolomeo será un gran librero para nuestro pequeño mundo.
-Así que… ¿Todo esto es obra tuya?
Demiurgo soltó una carcajada.
-No, Lisi. Outsider es obra de Ptolomeo… Yo sólo he dibujado la puerta de entrada.
-Pero entonces…
-Entonces será cosa vuestra traspasarla. Tu lo has visto, hay más que libros aquí dentro.
Volví a echar una ojeada a la tienda. Sí… La literatura estaba viva, se podía sentir en el aire… La tienda de la esquina era un portal entre dos mundos, el real y el que realmente quiere conocer todo buen lector.
Di la espalda a Demiurgo y me alejé. Una sonrisa creció en mis labios, en mi corazón…
Cualquier Lugar ya tenía Librería.


Saturday, March 22, 2008

VILLANOS

-No lo entiendo. ¿Por qué?
-Bueno, Lisi, tiene que haber de todo.
Estábamos en su estudio. Demiurgo revisaba los esbozos de un nuevo personaje. Un Villano. Un tipo que a simple vista parecía normal, incluso buena persona, pero que cuando se lo conocía era mezquino, cobarde, interesado, prepotente y faltón. Era un completo inútil que intentaba cargar sus culpas al primero que pasaba por delante. Era ese tipo de gente mala que odia que al resto del universo le puedan ir las cosas mejor que a él. Quizá lo que le sucedía era que simplemente estaba amargado. Igual su vida había sido complicada pero ¿para quién es fácil la vida?
-¿Por qué te empeñas en dibujar a gente así?
-¿Qué haríamos sin ellos?
-Vivir tranquilos.
-¿Seguro?
Demiurgo dejó su lápiz azul encima de la mesa y me miró, con calma, como hacía siempre.
-¿Por qué los odias tanto?
-Porque son odiosos.
Una sonrisa se dibujó en su cara. A su lado yo no era más que un bebé, una criatura pequeña. Me había visto nacer, me había dibujado ¿Qué le podía decir que no esperara oír?
-Me hacen sentir mal.-Susurré.
-¿Te hacen daño?
-Sí... pero no es eso... no como tú lo has dicho.
Me levanté del pequeño sofá rosa que Demiurgo había dibujado para mis visitas y fui hacia la ventana. Hacía un día precioso.
-La gente a veces me entristece. Ves lo que podrían llegar a ser, ves que pueden actuar de otra manera y sin embargo se empeñan en... ser malos. Descargan sus miserias en otros que no tienen la culpa. No es necesario que me hagan daño a mi, sino simplemente que no actúen... como tienen que hacerlo.
-¿Y cómo tienen que hacerlo, según tú, Lisi?
Suspiré. Aquello era más complicado de lo que esperaba.
-Bueno, verás… No importa cómo sean en realidad… Pero … Joder, ya sabes lo que quiero decir.
Demiurgo me miraba intensamente. Sus ojos negros perforaban mi mente. Sabía lo que yo estaba pensando, él siempre lo sabía… Pero quería que lo dijera. Maldito Dios voluble y caprichoso.
-La gente debe ser honesta, al menos consigo misma. Ese que estás dibujando…
-Peter Pusiman.
¡Mierda! Ya le había puesto nombre, no había marcha atrás.
-Como se llame- dije con calma, intentando que no se notara mi angustia.- No merece vivir, no merece que se le llame persona… ¡No quiero que exista!
Crucé los brazos, testaruda, y me quedé mirando a Demiurgo. Esperaba una respuesta, una regañina, una bofetada moral que hiciera tambalear mi mundo. No pasó nada de eso, Demiurgo simplemente se puso a reír. Y yo, sola en medio de todos los proyectos a medio dibujar de su estudio, me sentí terriblemente pequeña, terriblemente triste, insultantemente estúpida.
-No quiero que exista- repitió Demiurgo imitando mi voz, entre carcajadas.
Resoplé indignada. ¿De verdad iba a dejar que ese… Ser …se riera de mi?
-Oye mira- Dije. Mi voz llena de ira- Me da igual que te divierta mucho ver sufrir a la gente. Para mi eres tan repugnante como esos seres que dibujas para torturar a las buenas personas. Un Dios no debería ser así.
Demiurgo dejó de reír.
-Los Dioses no somos así. Los humanos sois así. Todos tenéis los mismos instintos y potenciales. Os dibujo completos, con todos los extras que se pueden pedir a la raza humana… Vosotros escogéis.
-¡No es verdad!- grité. ¿Por qué mentía Demiurgo? Él estaba dibujando a un villano, no lo podía comparar conmigo.
-¿Por qué te molesta tanto Peter Pusiman?-Volvió a preguntarme Él.
-Ya te lo he dicho. Es malo.-Repliqué.
-No. Esa no es la verdad.
-Sí que lo es.-Insistí. ¿A dónde quería llegar?
-No.-Dijo Él. Su voz era suave, pero retumbó por toda la habitación. Salía de cada rincón, de cada mota de polvo, de cada rayo de luz.
Había llegado el momento… Mis ojos se cerraron, mi mente se abrió y la respuesta salió como una estampida, como si siempre hubiera estado allí aguardando ser pronunciada.
-Porque hace que saque lo peor de mi persona… Peter consigue que lo odie de tal manera que… Sólo puedo pensar mil maneras distintas de hacerle daño, de… destruirle. Su maldad me hace mala. Odio sentirme así. Yo no soy así… No quiero.
Dos lágrimas amargas bajaron rodando por mis mejillas.
Demiurgo se levantó y, acercándose, me rodeó con sus brazos.
-Lo ves. Yo os dibujo con todo.
Seguí llorando. No tenía réplica que ofrecerle.
Demiurgo se apartó un poco y con una sonrisa me secó las lágrimas.
-La grandeza de los humanos está en saber escoger con que parte de ese todo os quedáis.
Me encogí de hombros. ¿Qué más me daba? Al fin y al cabo mientras hubiera personas como Peter yo seguiría sufriendo, seguiría atormentándome intentando no pensar en lo mucho que las odiaba.
-Tu grandeza, Lisi- continuó Demiurgo- es ser lo suficientemente fuerte como para no actuar igual que aquellos a los que odias. Aunque como has visto… Sería lo más facil.
-Pero… ¿Cómo sabes que al final no lo haré? ¿Cómo sabes que no me convertiré yo también en una villana? Puede que no me de cuenta y un día en nombre de un bien mayor, en nombre de lo que yo crea que es justo, haga algo malo, despreciable, imperdonable.
Demiurgo sonrió con dulzura.
-No lo harás... Te conozco.
-No puedes saberlo.
Demiurgo se echó a reír de nuevo.
-Claro que puedo, maldita niña testaruda. Yo te he dibujado.



Wednesday, March 12, 2008

NOSOTROS

Las notas, los estudios, el trabajo, la casa, la compra, los sueños, los libros, los libros, los libros...
Él esperando un respiro, suplicando el momento en que la noria pare y su pequeña niña loca se acerque y le dé un beso. Lo mire y le cuente lo maravillosa que es la vida a su lado. Pero cuando ella baja del tornado que la empuja, en su cabeza dan vueltas mil ideas, mil planes descabellados que no la dejan acercarse a la realidad. El suelo, demasiado quieto, la marea... Y sólo tiene ganas de vomitar las palabras que, desesperadas, corren por su mente. Palabras que la alejan de todo lo que conoce. Palabras que la hacen lo que es, lo que siempre ha sido.
Ella, por encima de todo, un sueño hecho de palabras.
Él, aleteando a su alrededor, la quiere, la desea, la odia, la teme.
Parece que nunca podrán encontrarse pero entonces el milagro ocurre. Llega ese instante mágico, cuando los universos, prescindiendo de las tontas leyes de la física, se tocan.
Sus ojos se encuentran y, tras sus miradas atónitas, sus mundos se derrumban. Caen los muros, se olvida la vida, se niega la muerte. Y sólo existen los sentimientos, las pasiones que visten su reino. El único inventado. El único que siempre es real.

Él. Ella.

Tú, Yo.

Por siempre, mientras el amor dure.

Tú, yo... Nosotros.

Podemos hacerlo. Lo haremos desde este pequeño reino heredado del olvido. Destruido por la soberbia de los que se creyeron más listos.

Tierra, aire, fuego, agua.

Pintaremos nuestro palacio en las nubes y nos reiremos de los que dicen que es imposible. Nosotros somos así.
Así nos amamos.
Así vivimos.

Esto es lo que importa, el resto... El resto sólo es la triste realidad... Y créeme, está sobrevalorada.

Tuesday, October 09, 2007

ENCRUCIJADA

A veces nos perdemos... Cuando menos lo esperamos, cuando creemos que hemos encontrado lo que estábamos buscando. Ya lo tenemos en la mano, tendríamos que estar eufóricos, saciados de respuestas, listos para disfrutar la felicidad. Y ella, tan escurridiza como siempre, se nos vuelve a escapar. ¿Por qué? Sólo los Dioses y los Antiguos lo saben.

-¿Y bien?- Me preguntó el joven de ojos verdes... Otra vez él, como siempre. - ¿A qué esperas ahí parada?
Lo miré y suspiré.
-¿Por qué no te vas un poquito a la mierda, guapo?
Se rió de mi y de mis esfuerzos por tratar de encontrar la dirección correcta. Estaba plantada delante de una encrucijada. Dos opciones... Un millón de dudas...
Hacía tiempo que pensaba que mi camino iba a ser recto y hacia arriba, pero ahora... Ahora estaba delante de un cruce, otra vez.
-Venga no te resistas Lisi, contigo siempre es igual.
¡Oh, por el amor de los Dioses! como odiaba a ese chico con cara de no haber roto un plato.
-En cada cruce te paras, siempre tienes que pensar qué haces y qué no haces. Eres tan insegura que es fácil seguirte.
-Vamos- le dije sin a penas mirarlo.- ¿No hemos discutido esto cien veces? Siempre estás con la misma canción. Soy para ti, no puedo escapar, bla, bla, bla,... ¿No te cansas de oírte? Porque a mi... ME ABURRES.
Miedo se acercó y me dio un beso en la frente.
-Lo que más me gusta de ti es que siempre te resistes. No importa lo desesperada que estés.
-¿Se puede hacer otra cosa contigo?
Él soltó una sonora carcajada.
-¡Por supuesto que sí! Puedes huir, cerrar los ojos, ignorarme... Puedes hacer mil cosas antes de darte la vuelta, mirarme de frente y decirme que “me vaya un poquito a la mierda”. Pero ninguna de ellas hace que avances. Es lo que hace la mayoría de la gente. Tu en cambio... Eres... Jodidamente testaruda y estás un poco loca. Eso hace que siempre ganes la partida... Aunque sea temporalmente.
Le miré a los ojos, verdes, increíbles, y sentí vértigo. Si me quedaba allí me perdería para siempre, lo seguiría allá donde me llevara sin cuestionármelo. No, no podía hacerlo.
Volví a mirar al frente y di un paso, luego otro y otro. Miedo intentó agarrarme de la mano pero conseguí quitármelo de encima.
-¡Vamos!-Gritó a mis espaldas- ¡Yo te gusto! ¡Lo sé!
Tomé el camino de la derecha... Nunca lo hubiera dicho, pero ese fue el que elegí. Al principio me temblaban las piernas pero, conforme me iba adentrando, la seguridad se iba apoderando de mi. Vi que a mi lado caminaba mi amiga Locura. Me sonrió.
-Tu le gustas, ¿lo sabes?
Asentí.
-Él también me gusta a mi.- dije- Al final siempre hace que vaya para adelante. Me hace sentir viva.
No creía que de mis labios pudieran salir esas palabras, ni que fueran ciertas, pero así era.
Locura rió y se alejó dando saltitos. Yo seguí mi camino. El sol empezaba a derramar sus primeros rayos y esperé que fuera un día espléndido. Al fondo pude ver la silueta de un hombre que llevaba una larga gabardina. Me saludó con la mano y desapareció. Sonreí para mis adentros... Claro... Cómo podía haberme olvidado de Él. ¡Que tontería! Elijiese el camino que elijiese, Destino ya lo habría escogido antes.